La Franquicia: Un modelo en auge
En una época de crisis económica como la que venimos padeciendo, hay pocos sectores, como la franquicia, que puedan presumir de haber experimentado un crecimiento año tras año.
Enviado el 22 de Abril de 2014
En 2013, las franquicias han facturado en España más de 19.000 millones de euros (un 5,3% más que en 2012), han dado empleo a 217.000 personas y se han abierto 60.000 nuevos establecimientos bajo esta fórmula.
Para aquellos emprendedores que temen empezar de cero o que tienen dudas en cuanto al negocio que quieren montar, la franquicia se revela como una opción interesante, dada la seguridad que proporciona una idea de negocio probada y de éxito.
A este éxito va a contribuir el Decreto promulgado por la Junta de Extremadura para el apoyo, entre otros temas, a la creación y promoción de franquicias (DOE de 2 de enero de 2014), que prevé ayudas de hasta 5.000 euros para la creación de la franquicia y de hasta 30.000 euros, por establecimiento, para la instalación de tiendas piloto.
No está de más recordar que la franquicia se implementa por medio de un contrato, en virtud del cual una persona (el franquiciador), que es titular de una determinada marca, patente, método o técnica de fabricación, concede a otra (el franquiciado) el derecho a explotarla durante un tiempo, en un lugar determinado y bajo ciertas condiciones de control, a cambio de una prestación económica (que normalmente consiste en el pago de un canon inicial o de entrada, que se complementa con sucesivos pagos –‘royalties’– en función de las ventas realizadas).
El hecho de que cada vez haya más inversores dispuestos a probar fortuna bajo el manto protector de la franquicia, se debe fundamentalmente a tres elementos que caracterizan este contrato: (i) la obligación del franquiciador de ceder al franquiciado sus derechos de propiedad industrial (tales como la marca, el nombre comercial o el rótulo del establecimiento); (ii) la transmisión del saber hacer –‘know how’– del franquiciador; y (iii) la prestación de asistencia comercial y técnica al franquiciado de manera continuada.
Ahora bien, es indudable que no todo son ventajas. El franquiciador impone un método de trabajo y unas condiciones, a veces exigentes, que el franquiciado debe estar dispuesto a asumir, condiciones que diferirán en función de la franquicia de que se trate, pues cada franquiciador tiene sus particularidades que exigirán compromisos comerciales determinados y manuales operativos más o menos extensos.
Por ello, es aconsejable que antes de abrir una franquicia se lleve a cabo un análisis riguroso, valorando aspectos tales como la situación del mercado, los sectores más atractivos (hasta ahora lo están siendo fundamentalmente el ocio y hostelería), las condiciones contractuales, el endeudamiento que hay que soportar, la formación y el apoyo previo a la apertura, etc. De esta forma se evitará generar expectativas inalcanzables y que un buen negocio se convierta en una pesadilla.
Por último, debemos señalar que, con la crisis, el perfil del franquiciado ha cambiado en estos últimos años, ahora nos hallamos ante emprendedores que buscan autoempleo, con lo que orientan el negocio hacia marcas de fácil gestión y limitan al mínimo la inversión a realizar.